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miércoles, 7 de diciembre de 2011

Nada es permanente.

Es una verdad que nos cuesta asimilar desde niños. Los dibujos animados siempre llevan la misma ropa, tienen la misma edad, los mismos vecinos, los mismos hábitos y por muchas aventuras que corran los personajes en un capítulo, en el siguiente todo volverá a ser como al principio. Nos gusta creer en eso: que nuestros amigos nunca se marcharán, que nuestra familia no envejecerá ni morirá y que todo será como siempre. Incluso en nuestros peores momentos no queremos grandes cambios, solo alguien en quien apoyar la cabeza y un nuevo día soleado. No se puede decir que el pacto siempre sea desfavorable, tan solo que lo desconocido suele resultar aterrador. Pero hay algunas veces en que aparece una oportunidad en tu vida dentro del lugar y el momento adecuado: la oportunidad de recuperar una parte de tu pasado. Un pasado corriente al lado de viejos amigos que se perdieron en la distancia; un pasado que sueles echar de menos al pensar en las diferencias, a pesar de los malos momentos. Hay un flashback en tu cabeza con todos esos calurosos veranos y te dices a ti mismo ¿por qué no? Vamos a recuperar un pedazo de juventud. Parece como si los errores que los dos cometisteis anteriormente se evaporaran, aunque las cicatrices siguen ahí latentes esperando ser abiertas de nuevo, sin pararte a pensar que al fin y al cabo, por mucho que todo a vuestro alrededor cambie, las personas apenas cambian realmente… y vuelves al mismo lugar caminando junto a la misma persona riéndoos de las mismas tonterías que construyeron vuestros años advenidos. Puedes recuperar una parte de tu pasado pero no olvides que el tiempo sigue girando hacia el futuro.

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