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domingo, 2 de octubre de 2011

Rutina.

Es una rutina agotadora. Ocho de la mañana, esa canción repetitiva de despertador en el móvil. Te levantas, no sabes por que, a esas horas encuentras pocas razones, pero supongo que será por la obligación. Sales de tu casa, y empiezas a andar. Has recorrido ese camino tantas veces que podrías hacerlo con una venda en los ojos. Llegas cinco minutos antes , como de costumbre. Los buenos días , unas risas , y a clase. Dos horas seguidas que en ocasiones, acaban contigo. Después llega el recreo, joder, por fin, la primera media hora del día que merece la pena. Primera media hora del día , vas a la cantina pides tu bocadillo te lo comes , tampoco merece mucho la pena esa primera hora , de que te das cuenta.. se ha acabado esa media hora. Después otras dos horas de agobio, alguna risa , pocas , pero alguna. Otra media hora de descanso , sales fuera con tus amigas, risas, conversaciones sobre las clases,profesores,paridas, todo bien, o eso crees. 30 minutos que parecen veinte segundos. Y en ese tiempo sientes que todo está bien, que nada importa, las cosas que antes tenían importancia la pierden. Pero luego llegas a casa comes y después , lo primero que haces es tumbarte en la cama , miras el móvil , nada nuevo. Pones música y te metes en tus pensamientos, te pierdes en tu memoria. Luego enciendes el ordenador, y aprovechas hasta el ultimo minuto para escribir, hablar con tus amigas, si, hablar con él también. Luego haces los deberes, mientras escuchas música. Sales con tus amigas para dejar de pensar en todo y poder sacar una sonrisa sin que sea fingida , para poder sonreír gracias a ellas , a sus tonterías , a todo( L ).Después la ducha, la hora de cenar, coges tu ordenador , miras el tuenti..nada nuevo. Vas a tu habitación y abres tu libreta. Escribes tus sentimientos, así todas las noches, escribes como te sientes, podrías contárselo a alguien, pero no tienes el valor suficiente , aunque tampoco es que lo necesite mucho , pocas personas te entenderían por no decir ninguna , se lo cuentas todo a ella, tu libreta. Guardada al fondo de un cajón, donde nadie la pueda encontrar, y leerla. Te tumbas en la cama, piensas en él , y de que te has dado cuenta , ya está otra vez sonando el despertador. Y así pasan los días, las semanas. Con unos pocos balances de caídas, levantadas, sonrisas, risas, llantos... Los fines de semana no son nada distinto.

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