A veces podemos pasarnos años sin vivir en absoluto, y de pronto toda nuestra vida se concentra en un solo instante.
Este es un blog en el que dos amigas compartimos frases, en ocasiones escritas por nosotras y en otras son de series, películas, libros que nos han gustado, con las que nos identificamos cada una, que nos haga pensar o que nos transmitan diferentes sensaciones. Gracias por entrar a este, nuestro mundo, y que os sirva de evasión durante unos segundos.
martes, 26 de marzo de 2013
Hay momentos en la vida en que una sola decisión, en un solo instante, cambia irremediablemente el curso de las cosas. Cuando decides disparar a alguien, cuando decides quererlo o no quererlo, cuando decides tirar para delante, cuando decides mentir, traicionar, ocultar, o cruzar la línea... Esa décima de segundo, podrá hacer girar todo al lado oscuro, o inundarlo de luz... Podrá hacer de ti un héroe, o un criminal... Podrá llevarte al cielo o al infierno, pero siempre será un lugar desde el cual no podrás volver atrás.
La improbabilidad duele menos porque deja un resquicio a la esperanza.
La Real Academia define la palabra imposible como algo que no tiene facultad ni medios para llegar a ser o suceder; y define lo improbable como algo inverosímil que no se funda a una reaccion prudente. Puestos a escoger a mí me gusta más la improbabilidad que la imposibilidad, como a todo el mundo, supongo. La improbabilidad duele menos porque deja un resquicio a la esperanza, a la épica.
El amor, las relaciones, los sentimientos... no se fundan en una razón prudente, por eso no me gusta hablar de amores imposibles, sino de amores improbables. Porque lo improbable es, por definición, probable; lo que es casi seguro que no pase, es que puede pasar. Y mientras haya una posibilidad, media posibilidad entre mil millones de que pase, vale la pena intentarlo.
Las cosas que no encajan provocan desasosiego, confusión, angustia, hechos insólitos a los que cuesta dar un sentido o detalles pequeños, mínimos, extraños, que generan sospecha y en ocasiones miedo; son cosas que no sabemos cómo ni por qué suceden, o si tiene alguna explicación que sucedan; cosas que nos fascinan, pero que nos asustan; enigmas, jeroglíficos, un objeto que no cuadra dentro del conjunto, o una historia que no somos capaces de reconstruir.
Inventarse nuevos sueños, luchar por cumplirlos.
Sé que la felicidad está tejida con girones de ilusión, y que la ilusión la fabrica uno mismo con las fuerzas que le quedan después de haberlo perdido todo; y que no hay nadie como un niño para poner en pie un sueño, que es el más difícil del mundo. Uno espera siempre lo mejor del porvenir. Cada día nos llenamos de esperanzas y sueños que creemos que nunca cumpliremos. Y la verdad es que ahora pienso luchar por cumplir todos esos sueños, o al menos intentarlo porque por mucho que sea el peso del pasado, la única forma de sentirse vivo es tirar para delante con uñas y dientes, e inventarse nuevos sueños. Y así va a ser. El mundo va a tener que ponerse mucho más difícil si quiere verme caer, si quiere ver que me rindo.
domingo, 17 de marzo de 2013
Tenemos cicatrices en los lugares más insospechados como si fueran mapas secretos de nuestra historia personal, vestigios de viejas heridas. Algunas heridas se cierran dejándonos sólo una cicatriz pero otras no. Algunas cicatrices las llevamos a todas partes y aunque la herida cierre, el dolor persiste. ¿Cuáles son peores, las nuevas heridas terriblemente dolorosas o las viejas que debieron cerrarse hace años pero no lo hicieron? Quizás las viejas heridas nos enseñan algo, nos recuerdan donde hemos estado y lo que hemos superado, nos enseñan lo que debemos evitar en el futuro o eso creemos; aunque en realidad no es así, hay cosas que debemos aprender una y otra vez.
No sé porqué siempre estamos posponiéndolo todo, pero si tuviera que adivinarlo diría que tiene mucho que ver con el miedo; el miedo al fracaso, el miedo al dolor, el miedo al rechazo. A veces es miedo a tomar una decisión porque... ¿Y si te equivocas y cometes un error sin solución? Sea lo que sea lo que nos da miedo, una cosa es cierta: Cuando el dolor de no hacer algo es más insoportable que el miedo a hacerlo, es como si cargáramos con una pesada carga. Quien duda está perdido.
No podemos fingir que no nos lo dijeron. Todos hemos oído los proverbios, a los filósofos, a nuestros abuelos advirtiéndonos sobre el tiempo perdido. Hemos oído a los poetas malditos instándonos a vivir el momento. Aunque, a veces, debemos escucharnos a nosotros mismos. Debemos cometer nuestros propios errores. Debemos aprender nuestras propias lecciones. Debemos dejar las posibilidades de hoy bajo la alfombra del mañana hasta que no podamos más, hasta que comprendamos por fin que es mejor saber que preguntarse, que despertar es mejor que dormir, y que fracasar y cometer un error enorme es mucho mejor que no haberlo intentado.